Cadenas


Caímos en creer que su ruido
es música, es voz, es alegría:
su arma en nuestras manos,
mentes, dedos, voces, ojos.
Caímos en creer que ganábamos.

Caímos y, ahora, solos sólo
somos armas cargadas con
manos vacías. Solos sólo
vemos con sus ojos.
Creímos no poder caer, y vencidos,
ya sólo nos queda nacer.

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