La luz trajo la ciudad, las gentes, el tiempo. La ciudad quemó, las gentes se fueron y sólo quedaron él, el fuego... Y el tiempo. Y sobrevuelas ahora con torpeza las ascuas de lo que entre un día caminaste, sus fuegos, aún lanzando bocanadas implacables que no se pueden esquivar. Golpe a golpe tallas las plumas, pesadas, de tu libertad. Distintas llamas bajo el mismo nombre traen de nuevo el abrazo, el calor, el brinco cuando quema de nuevo el fuego. El arte de volar se escapa al paso rápido. Y ahora, inocente sólo a veces, no intentas huír de lo pasado, pisar sobre la piedra que corre y rehace caminos que son siempre distintos, que son siempre el mismo. Y ahora, consciente sólo a veces, intentas mirar hacia fuera, reconocerte, sentir para ver entre todo el humo un fuego del tiempo y volar. Ahora, con tus toscas plumas saltas y hay vientos que impulsan, y hay luz que acompaña, y hay fuegos que acogen, y hay gentes que pasan, y hay vientos que f...
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